martes, 27 de septiembre de 2011

Dos criaturas

Inmóviles criaturas de ojos blancos y pieles oscuras lo detenían. No podía moverse, preso del miedo. Estaba cautivo, encerrado por su propia mente, dentro de una caja sin paredes. La ausencia de claridad lo envolvía y ahogaba, imparable. Sentía como el aire viciado lo llevaba y traía en sus propios pensamientos. Sentía, ahora, una gota fría que resbalaba por su cara, luego de haber caído entre sus cejas. Luego otra, dos, tres, cinco... una inmensa lluvia sin sonido lo empapaba de pies a cabeza. Su frustración lo llevó a tirarse y arrastrarse por el suelo, tanteando y alejándose de las dos criaturas, buscando una pared, algo, en donde poder apollar su espalda y sentirse protegido. Allí estaba, una fría y rasposa pared de piedra. En ella encontró refugio, pero no solución. El cuarto a oscuras jugaba con su mente, y las dos criaturas, con su corazón.

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